cultura de otra especie
número tres - setiembre 2010
Diego Azar
ENSAYO SOBRE UNA ESTACION QUIETA
Acostumbrados a ver nacer nuevas figuras que se mueven dentro de parámetros aceptados y que en poco más o en menos repiten lo ya realizado por otros artistas, provoca felicidad el surgimiento de una nueva manera de hacer música, a la vez que mueve a algunas reflexiones obligadas.
Si el 99,99 % de los músicos producen emanaciones sónicas redundantes dejando brotar con naturalidad la canción a la hora de la creación artística -e interviniendo poco o nada sobre la misma una vez parida-, el método de Diego Azar debe transitar otros canales de navegación. Consiguientemente existen esos otros canales y estando disponibles, sería más honesto decir que se carece de audacia para remar en sus aguas en vez de andar explicando los modelos esquemáticos con diagnósticos de esclerosis para la novedad, o con frases hechas tipo “todo está inventado”.
Para Diego Azar todo está por inventarse y uno supone que su cancionística tiene un gran trabajo desde la gestación o desde los posteriores operativos para incidir sobre la creación espontánea.
Cuesta creer por ejemplo, que desde los primeros intentos compositivos, Azar extrajera de su ser con total naturalidad, ese embrión de cumbia tecnotrónica, o esas piezas folclóricas cuasi futuristas pobladas de modernos arreglos o giros idiomáticos hacia el jazz, el rock o la bossa nova; cuesta creer que haya expelido de una, estos hijos antirutinarios y maravillosos. Aquí parece haber oficio de taller, trajín de prueba y contraprueba que a la larga, se convierte para el músico que lo ejercita en una característica adquirida, un hábito compositivo más.
Lo asombroso es que el trabajo suena extraño y diferente sin ser duro al oído, seguramente por la atracción de sus líneas temáticas y sus innovadores arreglos. Sólo tres o cuatro canciones transponen las fronteras del sentido común en búsquedas que involucran vaivenes de intensidad, intempestivos ataques instrumentales, e interpolación de técnicas.
Pero antes que por la faena de taller, la música de Diego Azar se remonta y colea gracias al tour que realiza por géneros poco frecuentados como el estilo, la ranchera o el gato, en un país donde el fútil trillaje sobre candombes y murgas ha llegado a erosionar la vitalidad misma de la música popular uruguaya.
También aquí hay una direccionalidad planeada (a menos que el creador en cuestión haya nacido en un medio donde estos sonidos fueran el pan de cada día), un proponerse como punto de partida formas de rancia raigambre, para ensayar con ellas y ver qué yesca se le puede sacar. Es el caso de “A mi guitarra” (un cielito rejuvenecido por la antitradicional manera de cantar de Azar y el anexo de ritmos festivos introductorios), o el de “El gato decimal”, donde se entreteje una ranchera con un gato, un cielito, y una milonga y donde los arreglos corales de cierto pasaje son de corte netamente murguero.
Hay un retrogusto a Eduardo Mateo en “Finales de comienzos” y a Fernando Cabrera en “Canción sin maquillaje”, las piezas más entradoras de un disco lleno de ideas nuevas y saludables tiros por elevación.
Leonardo Scampini
* Almohadones. Diego Azar (Ediciones Ayuí, Montevideo 2008)
JOSÉ SBARRA (1950 – 1996)
Existió una vez un tipo que se dedicó a escribir la mejor poesía de su época. Pasó inadvertido y se perdió en un mar de cemento del más cruel. hay contexto en sus escritos, pero prima la poesía, y eso es lo que lo hace intemporal. José Sbarra no está atado a sus ochenta´s under de lo under, como alguna vez los definió un discípulo suyo. no. Sbarra consiguió la intemporalidad, y el rótulo de maldito, sin que nadie se lo ponga, porque los rótulos no se ponen, se descubren. estamos hoy acostumbrados a rotular cosas antes de tiempo, la masa es pan antes de hornearla, la carne asado antes de asarla, y después la sal no sala y el azúcar no agrada. entonces el salto ilógico se hace carne en todo, y todo termina siendo mierda antes de serlo. pero este punto es irreversible, de la mierda no se vuelve, y adelantarse a comer el pan antes de que esté produce cagadera, el pan es mierda, sin haber alcanzado el estado de pan. suena simple pero es cierto. los escritores hoy son malditos cuando aún todavía no sienten. los músicos son famosos sin haber escuchado discos. la gente habla de historia sin memoria. entonces se habla ya habla mucho, pero cuantas hojas escribió Truman Capote para llegar a ser Truman Capote: miles, millones, y domesticó su técnica más que nadie hasta dominarla y cambiarla. pero pedir eso hoy a alguien es imposible. cuántos libros publicó José Sbarra, varios, muchos, de algunos se arrepintió, en otros llegó a picos de perfección, pero nunca best seller. y eso es malo? lo hace menos escritor? más escritor? no, la escritura nada tiene que ver con las ventas, con la exposición, o con el color de pelo. el tipo escribió lo que quiso desde su visión del mundo, fue armando un estilo propio, dominó otros, y ahí está, en cuanto uno lee un párrafo suyo sabe que es él. y con eso basta.
PTERODACTILOS
I
En la era más estrambótica de la Tierra,
los pterodáctilos fueron los únicos seres
capaces de construir parejas absolutamente
fieles.
En el caso de que muriese uno de los
integrantes, el otro no formaba una
nueva unión.
Si el pterodáctilo sobrevivía, dedicaba el
resto de su existencia a deambular por
los sitios frecuentados con pterodáctila.
Y realizaba este peregrinaje sin comer
ni beber.
Sin ir en búsqueda de otra compañera.
Poco a poco iba debilitándose hasta
que moría, preferiblemente en el exacto
lugar en el que había caído su pterodáctila.
II
Ella lo amaba. Volar hambrientos, pero
juntos, le parece una fascinante aventura.
Ama su coraje. Ama la paciencia de su
vuelo sobre la boca de los volcanes. Lo
considera un valiente. Ella lo ama. Ama
que se olvide de comer por atrapar una
piedra azul. Hay otros pterodáctilos,
pero ninguno tiene su estrafalaria manera
de planear. Ella lo ama. Desde el día
que conoció a ese tonto pterodáctilo
nunca se separó de su lado. Por eso él
sabe que ella lo ama.
III
En la sinfónica turbulencia de la atmósfera,
entre nubes doradas, un pterodáctilo
vuela junto a su pterodáctila.
Sus ojos antediluvianos son los espejos
del fuego en el corazón de los volcanes.
Vuelan juntos. Como viajeros elegantes.
¿De qué sirve un pterodáctilo sin su
pterodáctila?
Toda la Tierra con sus ardientes
temperaturas y con sus inesperados
desplazamientos les ordena amarse.
Y sobre la catedral volcánica del planeta,
y sin saberlo, los pterodáctilos están
amándose.
IV
De pronto su vuelo se interrumpió. La
pterodáctila cayó por un túnel transparente
en el aire. Cayó sobre la arena como una roca.
como un meteorito atraído terriblemente por
La Tierra….
Estaba en vuelo y el vuelo se detuvo
como un amor que dice no. Un instante
de desconcierto y luego la pterodáctila
cayó…Transparente en el aire…Cayó
sobre la playa.
El pterodáctilo volaba a su lado. Supo el
momento preciso en que su pterodáctila
cayó. Pero no miró hacia abajo. Negó el
vacío. La implacable vertical de la caída.
Miró hacia un costado y hacia otro. No
la vio. Se resistió a aceptar lo demasiado
obvio. Y no se animó a mirar hacia abajo.
Con espanto volvió la cabeza hacia un
costado y hacia el otro.
La buscó en todas las posibilidades
horizontales del vuelo. Nunca miró hacia
abajo.
Aterrizó en la playa.
Caminó con la vista más allá del presente,
buscándola lejos. Lejos. Se detuvo sin verla.
Intuyó la presencia de una roca
nueva sobre la arena. El pterodáctilo
cubrió su cara con cuarenta millones de
años.
Una tras otra resbalaron sus monumentales
lágrimas. En la boca ígnea de los volcanes
resonaron sus alaridos. Pero
nunca miró hacia el sitio del dolor.
V
Vuela. No lo distraen las piedras azules
que saltan de los volcanes. Sigue su
rumbo. Y su rumbo es buscarla.
Sus retinas sólo reflejan la imagen de
ella. Cree verla en el movimiento de una
rama o sobre la cresta salvaje de una ola.
No se pregunta porque sufre. Se pregunta
hacia dónde.
Su cabeza de cretáceo no puede concebir
un abandono, solo un extravío.
Es un puro volar sin calma, un vivir
buscándola para salvarla y salvarse al
tiempo que la salva. Sin ella, volar es un
acto inútil.
Se tropieza con las nubes y confunde el
cielo con el mar. Va de un lado hacia
otro, desorientado y torpe.
Fatiga tanto el vuelo si se vuela solo.
No quiere volar. Quiere querer.
No los unían los proyectos ni las costumbres.
Los unía el volar sabiendo que el otro
volaba al lado.
Los unía ese voltear la cabeza en el
mismo instante como para decirse:
¿Ves?, estamos volando.
VI
Con larval inocencia un pterodáctilo
busca a su pterodáctila. Él no sabe nada
de la muerte. Sólo sabe planear con ella
como dos gigantes remeros del espacio.
Sólo sabe que un pterodáctilo y una
pterodáctila son un mismo cuerpo. Y
ahora a él le falta una parte.
Ella murió una noche en que los cielos
eran dorados. Aún está sobre la arena su
cadáver fosilizándose, pero él insiste en
la búsqueda porque eso no es ella, eso
no es su pterodáctila: le falta el vuelo, la
mirada y el olor del amor.
Ignora las leyes de la naturaleza, cree
en el reencuentro. Si necesita a su
pterodáctila tiene que ser porque en
algún sitio ella lo espera.
Vuela chocando contra todas las
salientes de la noche. Va una y otra vez
por los lugares que conocieron juntos.
Desde la orilla de aquel lago vieron la
primera lluvia de estrellas fugaces, en ese
cráter la tuvo entre sus alas.
Vuelve al cielo. Insiste en la búsqueda. Es
una esperanza en vuelo y condenada.
Desde lo alto de la noche color magenta
se lanza en picada. Solitario y en silencio
se desploma en ese fragmento de
playa que nunca quiso mirar.
José Sbarra (que no se llama José Sbarra) nació entre el 12 y el 15 de julio de 1950 frente a un cementerio. Desde niño fue mentiroso, es decir, amó la literatura.
Su madre no tejía debajo de una higuera sino que jugaba canasta y
parloteaba con sus amigas. Y todavía lo sigue haciendo. Su padre no fue trabajador ni le enseñó a respetar al prójimo; por el contrario, se dedicó a la usura y a la estafa hasta hace unos años en que aceptó, quizá porque se sentía viejo o por cansancio o porque no se dió cuenta, un empleo honrado. Para dar una idea amplia de la insigne personalidad de este autor resta decir que hace doce años ingresó en la escuela secundaria y aún adeuda cuatro materias, que nunca duró más de seis meses en ningún empleo y que jamás pudo leer una novela sin saltear las partes aburridas ni sin enterarse previamente del final.
los que se
equivocan de
víctima
Invierno del 92’. José estaba sentado en un banco de plaza que se situaba frente a una heladería en la calle Corrientes. No recuerdo si estaba tomando un helado, pero mi compañero y yo frenamos nuestros pasos y nos detuvimos frente a él. ¿Qué hacen por acá?, preguntó. Nosotros no estábamos haciendo nada en particular. Y aprovechamos el momento para quedarnos a charlar un rato. José nos contó que se iba a verlo a Symns, ya que Enrique le iba a hacer una nota para su revista “El Cazador”.
-No les digo que vengan porque la redacción es chica. Entonces, luego de otras palabras afirmó: “¡Odio a los putos y a los drogadictos, a pesar de que yo soy homosexual y drogón! ¡Odio a los putos que están todo el día tocándose el pelito, moviendo el culo y tratándose de “ellas”; y a los que usan drogas y se pasan horas diciéndote todo lo que van a hacer y al final se quedan ahí tirados sin hacer nada…!” La entrevista salió con el título “COGER, DROGARME Y ESCRIBIR”, y yo creo que fue la primera vez que José entregó la fotografía de su alma.
Por ese tiempo, estaba editando una revistilla a su pedido que se llamaba Miserere, para la cual me dio unos fragmentos de un supuesto libro a titularse “Los que se equivocan de víctima”. De la revistilla Miserere…para qué les voy a contar, de la obra inconclusa de Sbarra les puedo decir que fue sólo un intento desesperado por afirmar su condición de sucia rata.
Pero en el camino se encontró con una bifurcación que no estaba en los planes y que lo depositó en otras alas que lo hicieron volar hacia una nueva forma de ver las cosas. Así fue como “Los que se equivocan de víctima” quedó dentro de una caja. Porque esa era otra vida.
Germán de Souza
Con José Sbarra
COJER, DROGARME Y ESCRIBIR
Lo conocí en el hospital de los artistas, en ese hotel-nosocomio sito en la calle Defensa entre Brasil y Garay, por donde han pasado las desgraciadas y decadentes vidas de tantos amigos nuestros. Estaba atravesado al ángulo de la pared como un audio de heroína. Le tomé odio al tipo. Un algodón en el piso y el aura de Marc, la sucia rata que lo rodeaba en aquella época. Hace poco lo volví a conocer y me bastó un comentario que hizo sobre la muerte de un amigo para darme cuenta que el tipo era un tipo, me gustara o no. Es homosexual, algo frívolo y también denso. Pero muy querible y sobre todo: esta apasionadamente vivo.
- ¿Plástico cruel es literatura para homosexuales?
- No. Todo lo que escribo lo hago desde lo heterosexual. Porque todos los homosexuales estamos acostumbrados a leer Romeo y Julieta y traducirlo a nuestros códigos, no me interesa obligar al lector heterosexual a decodificar nuestro lenguaje. Escribí Plástico cruel para demostrar que no existe el amor. Que el amor es cultural, que la vida es sexo, que en el sexo estaba todo claro y no lo conseguí. Todo lo contrario, mi pareja se apoyaba en mi hombro y me decía “si ponés tantas conchas y tantas vergas nunca vas a ser un escritor reconocido”. Era un acto de amor. Pero se me estaba yendo, él me quería dejar y yo me daba cuenta y no soportaba no ser el mejor del mundo para él, estaba desesperadamente enamorado. Estaba enamorado. La gente cree haber amado, pero no les pasa, se mueren sin conocer el amor. Yo casi lo mato. Me tuve que ir a Madrid. No soportaba que cojiera con otros. Con ese pibe tuve los celos más grandes de mi vida. Lo llamo por teléfono un día y le digo que me voy a ver a mi abogado, le miento, me voy a una orgía. Seis o siete tipos cojiendo. Hay un tipo que me la está chupando y yo lo llamo por teléfono a él… ¡Para ver si estaba solo o si estaba con alguien!
- ¿Tuviste una vida sexual intensa, promiscua?
- He hecho de todo. He vivido prácticamente de prostituto, fui prostituto de hombres y mujeres hasta los 25 años y no tengo una verga de dos metros ni mucho menos y sin embargo he competido con tipos “súper” que hasta traían modelos de los Estados Unidos. Lo que pasa es que yo en aquella época hacia tarifas especiales, servicios especiales: yo pegaba, meaba, hacía sadismo, pero hacía todo eso porque era escritor. ¿Qué puedo hacer si soy escritor? Porque ojo, y hoy se lo decía a Bobby Flores en un reportaje por radio, para mí ser escritor no es Piglia, escritores son tipos como Symns que no viven de nada. Todo eso yo lo hacía para poder vivir. Porque para mí la vida siempre se dividió en drogas, sexo y literatura. Aunque te parezca raro, leer y escribir son dos cosas que si no las tengo no me interesa la vida. Las tres tienen la misma importancia. Tengo 42 años y me voy a morir a los 20. pero sin sexo y sin drogas tampoco me interesa la vida. A los 16 años era cadete y me miraban las mujeres y los hombres. Los hombres me tocaban el culo y las mujeres el bulto.
- ¿Qué clase de cosas sádicas hacías?
- Apagar cigarrillos en las tetas. Mojo el cigarrillo, queda la brasa encendida pero el cigarrillo viene apagándose con la saliva que puse, cuando llega a la teta la mina o el tipo siente el calor y cuando se lo apago en el pezón ya está apagado. A mí me gusta coger y que cuando termine me duela la pija y los huevos. Hay gente que no sabe usar la violencia. En la homosexualidad hay que saber. El alcalde de Nueva York, cuando aparecieron los Black Bell Leaders, (una onda de cuero negro, el machismo gay, ya no eran maricas, a los europeos no les pegó nunca, pero a los yanquis sí), bueno, el alcalde tuvo que tomar medidas: aparecían muchos gays muertos por los zarpes sexuales, se les iba la mano a los putos cojiendo y ahí mandó una mano médica, una cartilla explicando cómo ser pesado pero sin dañarse.
- Me hablabas que curtías también con mujeres… ¿existe entonces la famosa bisexualidad?
- No, en absoluto. Existe la heterosexualidad y existe la homosexualidad. La bisexualidad es una cuestión totalmente cultural. A vos te puede gustar un pendejito de 12 o 13 años porque es casi como una nena. Pero te tiene que gustar un tipo de 40 años, peludo, grandote. A mí siempre me gustaron claramente los hombres pero nunca le dije “NO” a la mujer, porque para mí el sexo es casi franciscano, no en el estricto sentido religioso sino por un tema de hacer servicio. La gente que me conoce, mis amigos lo saben, si una mujer está caliente y me necesita me la cojo y lo hago por el franciscanismo. Yo preferiría que ella tuviera una pija en vez de una concha. La mujer que coje con un puto tiene la fantasía que no la vas a violar, que no la vas a usar.
- ¿Sos violento en el sexo?
- En absoluto. Nunca me copé con la onda violación. Por supuesto que me han pegado y he llevado a la gente a dolores muy fuertes.
- ¿Nunca violaste ni forzaste?
- No, soy un moralista.
- Yo te tenía por un mal tipo, un corruptor bravo…
- No, es por la fama de los pendejos. Claro que los pendejos me seducen pero los curto por seducción. Cuando trabajaba en televisión tenía los pendejitos de 15 que venían a proponerme coger para ver si entraban a la TV. La gente cree y le gusta la idea que para entrar ahí hay que coger. Tienen ganas de hacer ese sacrificio.
- ¿Qué hiciste en televisión?
- Siempre hice programas pelotudos desde Canela hasta Hiperhumor. Los hice para ganar plata. Hace tres años dije basta, nunca más. El problema es que odio la televisión, nunca veía y los tipos que laburan en TV no bancan eso. Me toleraban porque soy muy eficaz trabajando pero yo odiaba todo ese mundo, nunca me interesó…
- Desconozco tu historia…
- Mi familia era rica y mi viejo era un boludo que se peló. Vivíamos mal, sin agua caliente y yo tenía que ir a bañarme a la casa de mi abuelo. Mi viejo le fundió la fábrica a mi abuelo. Vivía en una casa con calle de tierra. Pero en verano me sacaban y me llevaban a Mar del Plata. Siempre trabajé de todo. Durante 10 años llevé gente a Bariloche, llevaba turistas. Desde los 18 años hice eso. Hasta los 18 fui cadete, me metía en los piringundines y me hacía coger por las putas. Yo iba por eso, pero también porque los tipos me tocaban la pija. Después también me los cojía.
- ¿Viviste en la miseria?
- Nunca viví en la miseria porque siempre hice prostitución. Tenía clientes de mucha plata y aún hoy tengo amigos ricos. La ventaja que tenemos los homosexuales es que podemos trabajar la calle. Siempre tuve un buen cuerpo y resulté atractivo. Mis viejos, de pendejo, me metieron en esos clubes y yo hacía trapecio, barra, esas cosas. Lo raro es que si un hombre me toca la pija se me para, y si me la toca una mujer también.
- ¿Pero te gustan o no te gustan las mujeres?
- No, me gustan los hombres. Aunque los hombres tuvieran concha me acostaría con hombres antes que con una mujer. De la mujer siento el encanto, el encanto de una flor en un florero ¿por qué se me para? Porque si la mujer se copa conmigo me siento el mejor…
- Me identifico con vos en el sexo y las drogas, pero escribir…
- ¿Viste? Es cierto. Yo me veo escribiendo y me parece la imagen más desagradable, un tipo escribiendo es un pajero…
- ¿Y entonces…?
- Me acuerdo que en Ciudadela yo untaba bronce y aluminio en la quema, de eso vivíamos todos los pibes del barrio. Y en esa quema encontré un libro, no voy a decir qué libro es, para no perder la magia, pero ese tipo sabía mi vida, ¡Ese libro era mi vida!. El personaje hasta tenía una hermana que se la quería coger otro amigo y yo también tenía esa hermana y ese amigo y el tipo se había hecho amigo de otro tipo que lo adoraba y a mí me pasaba eso. ¡El autor hablaba de mi vida! Y en la quema nadie me hablaba como ese escritor. Entonces, te diría que escribo libros como ése que encontré, escribo literatura para gente de la quema, para pendejos como ése que era yo, ¿Vos sabés la cantidad de pendejos que andan con mi libro? A esos pibes nadie les habla, no tienen interlocutor ¿Sabés lo que debe ser que encuentren un libro de alguien que fue igual que ellos? Para ese pibe de 14 o 15v años, mi libro está vivo. De los 30 años para arriba, no me interesan los lectores. Me chupa un huevo y te soy sincero, si el libro gusta o no gusta, si es bueno o si es malo. Yo escribo para unos cuantos pendejos.
- Pero le debés haber tomado el gusto a la fama, por más pequeña que sea…
- Claro que me gusta entrar a un boliche y que venga una minita y me diga: “Ay, llore con el final de tu libro”. Soy frívolo pero conozco la medida de eso. Cuando llego a la noche a casa busco mi droga, mi amante y un buen libro.
- ¿Cuál es la mejor droga?
- El LSD. Lo rechazan los que se tienen miedo. Yo coincido conmigo mismo. Cuando me voy a dormir, me voy yo. Yo leía a Epicuro y Epicuro me enseñó que el placer es posible todos los días. Todos los días peleo para que el placer sea más grande que el dolor. A veces digo “ando mal” porque disfruto andar mal, pero igual cojo y en la cama gozo con lo que se le ocurra a la otra persona… no es una habilidad, es una dedicación.
- ¿Te gustó la obra de teatro que hicieron de tu texto Marc, la sucia rata?
- Yo creo en la acción, Enrique. Si hay un montón de mediocres de no sé dónde y quieren caber la obra de algo que escribí pues que la hagan. Yo respeto mucho a Omar Chaban, a Omar Viola, a vos. Te defiendo donde voy. Si alguien te critica, le digo: “pero ustedes ¿qué hicieron?”. Enrique Symns hace una revista, Yo nunca la leo, pero la espío en la casa de algún amigo y encuentro alguien que ve el mundo como yo: si dos pendejos tiran a un viejo de un tren para sacarle el reloj, todos están con el viejo. Y “Cerdos y Peces” estaba con los pibes: “El viejo es un hijo de puta por andar con el reloj”. Vos sos el tipo que das esa versión del mundo y yo te agradezco, aun cuando no te conociera.
- Además de optimista te describís como si no sufrieras, ¿no tenés bajones?
- Tremendos bajones, pero no los cultivo. Sé cual es la medida: si ando por la calle y veo gente y ni siquiera me la quiero coger entonces estoy muy mal. Aunque se haya muerto la persona más querida, agarro y voy y cojo o me hago una paja y duermo bien. Me gusta el placer, me gusta morfar bien y tomar el mejor whisky y me gusta sentar mi culo en el avión y aparecer en Nueva York, soy feliz cuando entro a los casinos. Vivo bien y cuando vivo mal, escribo.
- ¿Y todas las relaciones que tenés son satisfactorias?
- Cuando no me la chupan bien, cuando siento que no me la chupan en serio, entonces no les doy lo que se merecen, la generosidad y el egoísmo son lo más importante en el acto sexual. Estoy viendo una concha y no me pasa nada, igual la miro y alimento las ganas, me doy maquina. Te tienen que hacer sentir grande. Yo estoy chupando una pija en un baño de un bar y al tipo lo hago sentir el macho de la tierra. Hay que evitar coger con los mezquinos. Los mezquinos son lo peor del mundo.
Enrique Symns
noticias
-Folletín de diez manos. Cada uno de los autores que escriben la novela-folletín-blog (cabrera, cavallo, santullo, soriano, trujillo), escribe un capítulo de no más de 2000 palabras. Para eso tiene una semana de tiempo. Cuando termina, envía su capítulo al encargado de hacer el siguiente. Cuando se cumplen 5 vueltas y, por lo tanto, se llega al capítulo 25, la novela se termina. Cada capítulo está acompañado de la ilustración de algún artista. Interesante.
https://folletindediezmanos.
wordpress.com/
-EE.UU y la música digital. En los pronósticos de la última edición de su reporte sobre la música grabada a nivel global, la firma Strategy Analytics anticipa un nuevo hito para los formatos digitales en el año que viene.La compañía estima que los consumidores estadounidenses gastarán $2.700 millones de dólares el año que viene en CDs, por debajo de $2.800 millones en música en línea. El reporte también contempla la situación en 2015, pronosticando que los ingresos de la música en línea estarán conformados en un 39% por descargas de sencillos, 32% por descargas de álbumes, 14% por suscripciones y 14% por publicidad.
-Cursos de música en internet. Artículos y videos para aprender a tocar o mejorar conocimientos sobre guitarra, piano y otros instrumentos. La página se llama Virtuosso (www.virtuosso.com)