cultura de otra especie

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                                         LAS VACAS VUELAN

<DE LA CREDULIDAD A LA CREDULIDAD: EL CAMINO DE IDA Y VUELTA ENTRE LA MENTALIDAD URUGUAYA Y LAS CANCIONES DE NTVG>

 

 

 

 

 

 

I

 

 

Son las melodías efectistas pero también los textos consonantes y contaminados de estereotipos, los que hacen que No Te Va Gustar llegue con suma facilidad a todas las zonas etáreas de la sociedad.

La sintonía fina con ítems de una identidad cultural como la auto consolación, el conformismo, las anteojeras mentales, o el pasamanos de una moral pedorra y absolutamente discursiva, habitan el paisaje literario de la más popular banda uruguaya.

Pero lo que más hay es fe. (Esa misma fe que ha trabajado como palanca vital de los uruguayos durante los últimos 30 años y que emite señales nítidas desde una programación radial infectada de adivinos, exorcistas, tarotistas y destrancadores; y que ha tenido su más potente manifestación cotidiana en la guerra cultural que los abrumadores partidarios de la “buena onda” han desarrollado sin tregua, contra todo aquel que se empeñara en mostrar la cruda realidad; y que sólo ha servido para vivir cada vez en peores condiciones pero siempre de buen semblante.) Detrás de la búsqueda de un punto de agarre en medio de la adversidad de vivir en esta parte del mundo:

 

 

 

 

                         De los mundos que se hicieron

 

                         en el tercero nací

 

                        pero eso ni me preocupa

 

                        yo soy mucho más feliz

 

 

 

está la esperanza vacua de que uno puede siempre encontrarle el lado positivo a la cosa.

Detrás del conformismo de aceptar el mal cada día en mayores dosis, y tragar saliva, y descargar hacia adentro:

 

 

 

 

                       si todo lo que te lastima

 

                       el tiempo lo hace durar

 

                       hasta que seas consciente

 

                       que no te hace daño

 

 

 

está la experiencia religiosa de aprender a tolerarlo todo, de permanecer inmutable frente al golpe, en el afán de que esa actitud mansa y servil alcance para que no se nos someta a un dolor todavía mayor:

 

 

 

 

                      si yo no se lo digo a nadie

 

                      pero me di cuenta

 

                     que pudo ser peor

 

                     que no fue para tanto.

 

 

 

Del mismo modo, tras el manto de afectividad con que una abnegada madre –o padre- cuida a sus hijos:

 

 

 

 

                    Algunos siguen dudando si existe el amor

 

                    (…)

 

                    que pensaste en nosotros primero

 

                    no te acordaste sólo de vos

 

                    para que hubiera para almorzar

 

                    y que tuviéramos en qué soñar

 

 

 

está la necesidad de creer en la existencia del amor como motor universal; y en la recámara de la dudosa moral de los semejantes, la fe ciega en que, si se actúa de determinada manera, las personas permanecen en el recuerdo de los otros y que tal acontecimiento, reviste algún tipo de valor:

 

 

 

 

                  pero me cuesta creer

 

                 me cuesta entender

 

                 que al pobre tipo no le importa

 

                 si después de muerto

 

                 nadie se acuerda de él

 

 

 

II

 

 

 

Sin escarbar tanto en la trastienda temática, puede constatarse tanto en los títulos de los discos (“Este fuerte viento que sopla”, “Aunque cueste ver el sol”), como en el mensaje literal de las composiciones de NTVG, esa imperiosa necesidad de creer. Como se entregan de brazos abiertos a valores e ideales que únicamente sirven para el refranero popular (“el que siembra vientos recoge tempestades”, “la justicia tarda pero llega”, “el que las hace las paga”), así ponen tanta fe en las máscaras personales que forzosamente, tienen que pasar del deslumbramiento a la decepción. Tal lo que se deduce de la casi permanente preocupación por el accionar de “el otro”, un prójimo que en la visión de NTVG, no calza la medida ética esperable y que en alguna oportunidad, se les cruzó en el camino y les hizo la cabeza:

 

 

 

 

                  ibas a cambiar el mundo

 

                  y no cambiaste nad

 

                  hay que remar igual en subida

 

                  que en la bajada

 

 

 

Estaban buscando una certeza, un ídolo, un gurú que les mostrara el camino, y como el individuo no fue fiel a su prédica (o no pudo, o los demás tampoco ayudan, o le piden imposibles como eso de esforzarse igual cuando todas las condiciones son favorables que cuando todo se ha vuelto en contra), ahora le exigen, se muestran despechados y anhelan a modo de pequeña venganza, que el sentimiento de culpa haga un estrago de él:

 

 

 

 

                no quiero más

 

                verte pasar

 

                sólo me quiero sentar a esperar

 

                que saltes al vacío y que no vuelvas nunca

 

                y que toda tu vida te mate la culpa

 

                de haberme robado una parte del alma

 

 

 

III

 

 

 

Moderada, vital y entendible a veces, la cuestión de fe de la banda uruguaya en ocasiones se pone tan extrema y pasada de cuerda, que las palabras pierden todo contacto con la realidad:

 

 

 

 

                Él sigue solo y sin rumbo

 

                no tiene más que perder

 

                que no le sigan pegando

 

                que un día va a reaccionar

 

                y el que está arriba irá abajo

 

                no va a quedar ni uno suelto.

 

 

 

Ya había cantado Daniel Viglietti aquello de “nada nos queda y hay sólo / una cosa que perder” y sin embargo, la gente que perdió su casa, su cuenta bancaria, su buen salario, su buen pasar, su libertad, sus seres queridos y/o sus mejores sueños, dijo clarito “me queda perder la vida” y para conservarla alcanza y sobra con estarse quieto.

Nada más que por eso, el ser humano es capaz de arrastrarse eternamente, soportando las peores cosas sobre sí, y a sabiendas de que es poco probable que el hombre reaccione, están los que desde posiciones de poder, aprietan cada vez más fuerte el nudo. ¿De dónde saca NTVG que en un tiempo prudencial, el tipo de gente que pisa estas tierras tendrá un gramo de resto para reaccionar?

Acaso del deseo de que al fin suceda, o como manera de responder artísticamente, a la catástrofe social generada por el último gobierno del Partido Colorado, que en buena medida, anticipaba su momentánea desaparición de la escena gobernante:

 

 

 

 

                  ya se van

 

                  y les enferma la idea

 

                 de no lograr

 

                 robarnos lo que nos queda

 

 

 

No está expresado claramente pero en el “ya se van”, subyace la idea de liberación del mal y el obligado arribo de un representante del bien. Allí la ingenuidad se puede inventariar: 1) creer en la existencia de los partidos políticos como representantes de distintos intereses sociales y no como la mascarada de esos intereses, 2) creer que hay quienes vienen a gobernar para apropiarse de lo que no les pertenece, cuando más sencillamente se trata, de una tarea que es preciso realizar (igual que la que viene llevando a cabo el actual elenco gubernamental), y 3) creer que los que se van no pueden algún día volver.

Pero a NTVG se le caía la baba por lo que estaba por venir y entre un collar de perlas de disparates catárticos (“saben que estamos cerca / y no se nos van a escapar / hace rato que están muertos (…) / ya lo saben / tienen miedo / porque están a punto de perder el control / a manos de la reevolución”), llegaron a pintar un cuadro futuro de colores y contornos inverosímiles:

 

 

 

 

                 

                   ya pasó, la tormenta ya pasó

 

                   para nosotros, para vos no

 

                   esas manos están sucias y tu conciencia peor

 

                   no vas a salir ileso

 

 

 

En primer lugar porque la tormenta sigue para los incontables marginados que habitan las calles de Montevideo, y para la gente que no le alcanza con lo que gana para comer, y para los miles de jóvenes que se siguen yendo año tras año del país; y en segundo lugar, porque a los que integraron el gobierno de Jorge Batlle, se los ve sanos y salvos con a lo sumo algún procesamiento sin prisión, y todo el fato delincuencial al que se refiere Noteva, durmiendo la siesta del olvido.

Queda la mala consciencia como consuelo de algún posible castigo, si es que hay alguien que aún crea, que los malos por las noches no pueden conciliar el sueño.

 

 

IV

 

 

Tanta inocencia me hace acordar de aquella tira de Quino en que Felipe decía cosas de un candor tan sobrenatural, que Mafalda tuvo que cortarlo con un  “si a vos te dicen que las vacas vuelan, lo creés”.

Y aunque Felipe se enoja y sale de escena como no compartiendo el juicio de Mafalda, en el último cuadro, por las dudas, levanta los ojos y mira hacia el cielo.

 

Leonardo Scampini

 

 

 

 

  

   Socio

 

 

POR EL PUENTE DE FEDERICO TODOS PASAN TODOS PASAN

 

 

                                                         

 

Inesperado. Como el tipo que ves venir caminando y que cuando te cruza, hace un movimiento rápido, saca un fierro y te aprieta contra la pared, así me asaltó el disco de Socio almacenando ya en la primera audición, dos impresiones rápidas: a) que las canciones tenían un feeling que no se podía más, y b) que ese feeling se irradiaba desde un cuerpo sonoro mayormente alejado de la liviandad.

Suficiente dato como para adentrarse en escuchas posteriores que acabaron avisando del valor de las letras, y la jerarquía de un conjunto de arreglos tan modernos y sutiles como cautivantes.

 

 

A PRIMERA VISTA

 

 

Algunas canciones demoran en colarse por alguna rendija del alma y hay que oírlas y oírlas para que sus líneas duras al fin te atrapen. Están las que –condenadas al olvido desde el nacimiento- ni con mil audiciones llegan a concitar la atención, y las que, finalmente, se instalan en el aire y te seducen al instante.

Las de Socio (alias artístico de Federico Lima) son composiciones de esta calaña. Ingresan a través de estrofas llamativas y te dan el golpe de gracia con estribillos contundentes que se montan sobre tu lengua y ya no podés parar de cantar.

Ese rasgo principalísimo –y a la vez desmerecedor- de la música de mayor consumo popular, aquí no juega solo. Su presencia suma a una composición que no es apenas melodía fácil sino sustento y vitalidad.

El reggae que abre el disco ya trae en su sangre una garra inhabitual en el género, que se permite saltos instrumentales milongueros con apenados cantos de baguala (en un arreglo muy parecido al que se deja escuchar en algún lugar del tercer álbum de Lisandro Aristimuño) interactuando entre diferentes partes de la canción. Avanzado el disco, una zamba de bombo encajonado es enhebrada por sonidos de campanas, rasgueos reggae de guitarra, y como postre, la idea de un platillo de brillo vibrante que palma ante el golpe seco de un bombo sin armónicos remanentes. La pieza que sigue es otro reggae jugoso que se levanta en medio de un tango e- a lo Bajo Fondo, y alardea con penetrantes silbidos digitales, y raros cantos corales como de voces arrastrándose adentro de un caño.

Con la excepción de alguna que otra pieza pop y un rockito puntual, este primer trabajo de Socio, apela a un sustento formal de tinte latinoamericano que sorprende por su fuselaje nuevo y que junto a las virtudes antes enumeradas, hablan de un disco que no se va a caer con la primera zancada de la historia.

 

 

TIEMPOS MODERNOS

 

 

En medio de tantos artistas que defienden la identidad cultural repitiéndose hasta el hartazgo –o respirando el polvo que levantaron otros-, es gratificante encontrar un músico que, sin la específica búsqueda de defensa de lo nuestro, le nace el sonido de la comarca revivificado, con gestos de actualidad pasibles de ser localizados en las vanguardias y otros artistas de interés de esta década: el retrocore de Malpaso y Pequeña Orquesta Reincidentes, el electropop de Babasónicos y Miranda!, la canción de autor des-generado de Aristimuño, Moska, Johansen y cierto Jorge Drexler, y el tango e- de Bajo Fondo.

Socio extiende sus tentáculos aprehensivos y saca una cosa de cada quien a los efectos cosméticos de la canción. De esta forma, un vals se maquilla con arreglos de piano de la tienda de Malpaso, o un entronque de tango/marcha se hace un delineado de chapas y bandoneón a lo Pequeña Orquesta Reincidentes. El glamour pop babasónico le pone rubor al estribillo de “Peatón”, mientras un luminoso electropop pestañea un teclado rápido tipo Miranda! como único recurso autosuficiente (salvo por los períodos de incorporación de mucho material granular pivotando sobre esa base), y su melodía veraniega trae a la memoria el “Cerca del mar” de Jorge Drexler, un recuerdo que se agiganta cuando Federico Lima comienza a cantar “nuestros cuerpos / junto al mar”.

Apropiarse de un modelo y girar como un trompo sobre él durante todo un disco, es una tarea relativamente simple (allí está el paquete de proyectos de electrotango aparecidos luego de Bajo Fondo y Gotan Proyect, o todas las bandas que comenzaron a hacer rock latino (o cumbia rock) luego del éxito obtenido por la agrupación Mano Negra, o todas las féminas neotangueras que poblaron la escena después de Malena Muyala). Pero puentear todo el sonido advanced de un momento y un lugar sin hacer abandono del propio carácter, es sólo para artistas soplados por un pase mágico.

 

Leonardo Scampini

 

 

 

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-Folletín de diez manos. Cada uno de los autores que escriben la novela-folletín-blog (cabrera, cavallo, santullo, soriano, trujillo), escribe un capítulo de no más de 2000 palabras. Para eso tiene una semana de tiempo. Cuando termina, envía su capítulo al encargado de hacer el siguiente. Cuando se cumplen 5 vueltas y, por lo tanto, se llega al capítulo 25, la novela se termina. Cada capítulo está acompañado de la ilustración de algún artista. Interesante.

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-EE.UU y la música digital. En los pronósticos de la última edición de su reporte sobre la música grabada a nivel global, la firma Strategy Analytics anticipa un nuevo hito para los formatos digitales en el año que viene.La compañía estima que los consumidores estadounidenses gastarán $2.700 millones de dólares el año que viene en CDs, por debajo de $2.800 millones en música en línea. El reporte también contempla la situación en 2015, pronosticando que los ingresos de la música en línea estarán conformados en un 39% por descargas de sencillos, 32% por descargas de álbumes, 14% por suscripciones y 14% por publicidad.

 

 

 

 

-Cursos de música en internet. Artículos y videos para aprender a tocar o mejorar conocimientos sobre guitarra, piano y otros instrumentos. La página se llama Virtuosso (www.virtuosso.com)