cultura de otra especie
Entrevista
Con el Trío Vilardebó
ESPÍRITUS EN EL MUNDO MATERIAL
Es muy raro hallar propuestas enteramente instrumentales que a la segunda o la tercera canción, no comiencen a aburrir por la ausencia de variantes de conjunto y la práctica de un virtuosismo instrumental montado a caballito de un lenguaje arrugado y sobreexpuesto.
Con esa lógica como marco general, cada tanto aparece una formación como el Trío Vilardebó que concita el interés del primer al último track del disco, con labores instrumentales fuera de línea, y cuyas voces se intercambian de manera permanente entre función solista y función sostén.
En la música que hacen está la respiración de la búsqueda, el arrebato del vértigo, y el espíritu lúdico de lo que se hace por puro disfrute. Su primer registro (“Ojos territoriales”) de hecho, no vino al mundo desde un impulso propio por grabarlo sino, de la invitación cursada por el director del sello Perro Andaluz.
-¿Cómo se dio eso de que los llamaran para hacer un disco?
Sandro Trombotti-Fue increíble...Nosotros estábamos en la sala de ensayo acomodando los equipos porque el sábado teníamos un toque, y de pronto llama Ángel Atienza proponiendo grabar un disco ese mismo sábado, día que tenía el estudio de Sondor a disposición.
-Para que eso pasara, Atienza debía conocerlos de alguna forma...
Daniel Tolosa-Él asegura que no, que tenía referencias nada más de algún toque nuestro en Espacio Guambia. A nosotros nos pareció una cosa muy loca pero como todo lo nuestro es hecho sin pensarlo demasiado, le dijimos que sí, fuimos ese sábado, y en siete horas lo grabamos.
-Lo sucedido parece indicar, que sin la incidencia de un factor externo ustedes no tenían apuro por grabar. ¿Hacer música tiene más que ver con el goce y con el juego?
S.T.-Totalmente. Nosotros tocábamos más que nada para nosotros y creo que en un gran porcentaje sigue siendo así.
D.T.-Lo lúdico está presente siempre, nos parece básico. Nosotros teníamos la idea de un disco, de plasmar lo que teníamos pero no inmediatamente; de repente podíamos pensarlo como una empresa un tanto utópica para el lapso de un año, pero se dio esto y el disco salió.
-Lo primero que me sucedió al escucharlos fue encontrarme con una música nueva para lo que es la generalidad del rock en Uruguay. ¿Ustedes tienen esa misma sensación respecto a lo que hacen?
Daniel Pereira-A veces uno tiene que bajar un poco a tierra con esto de sentir que está innovando o encontrando cosas. Igual tomamos como punto de partida la autocrítica constante, somos de cuestionar cuando sale algo, revisamos el swing, la melodía, si la composición suena a otra cosa. Somos muy críticos y eso favorece el pulido del trabajo.
-Tal vez sienten que hacen algo nuevo y les parece que queda mal decirlo...
D.T.-La propuesta básica del trabajo nuestro es la experimentación con el sonido. Nosotros nos basamos en desarmar estructuras y en vez de fusionar, buscamos fisionar. Partimos de allí y el recorrido nuestro de buscar cosas nuevas, se va condensando en determinados puntos. Eso son las composiciones nuestras: determinados puntos de condensación en el tiempo espacio, con cosas que son parte de nuestra búsqueda. Si son totalmente originales o no, eso ya es discutible.
-En general los músicos dicen que sus creaciones brotan con naturalidad. En el caso de ustedes, ¿pesa más la espontaneidad o la búsqueda conciente?
D.P.-Me parece que hay un vínculo primario de cada uno de nosotros con el instrumento y ahí es donde se cocina gran parte de lo que pasa después como trío. Nosotros tenemos un punto de partida bastante común porque los tres nos relacionamos con el instrumento tratando zafar de las estructuras preexistentes. Tenemos gustos distintos pero hay un agarre del instrumento que es similar, y eso es lo que da esa impresión en nuestra música de un poco de aire fresco.
D.T.-También está el diálogo entre los instrumentos, que están conversando todo el tiempo. Se proponen, se muestran, se acercan, se separan, aparece un instrumento que propone otra cosa, alguien lo recibe y devuelve otra cosa a su vez. Me parece que funciona más para ese lado.
D.P.-Yo creo que hay siempre un registro pensado. Uno toca improvisando y después piensa, y es tan bueno no pensar durante la composición como pensar después que está encaminada. Sobre todo uno piensa el tema de los silencios: dónde tengo que salir, dónde tengo que entrar, donde tenemos que trabajar juntos o separados, dónde tenemos que poner la cuotita distinta.
-Al principio comentaron que ustedes tocaban para ustedes, y me parece que allí hay una clave interesante referida a la música que hacen, desde que dos terribles escritores uruguayos como Idea Vilariño y Juan Carlos Onetti, también decían escribir para sí mismos.
D.T.-Lo que pasa es que si vos no te gustás a vos mismo, estás frito, ¿no? Convencerte primero a vos mismo es fundamental.
D.P.-En lo personal rescato, lo que mucha gente con un oído más fogueado en lo comercial decía años atrás sobre nuestra música: “vó, eso que hacen es horrible, es espantoso”, porque justamente se trata de jugártela contra esa adversidad cuando estás haciendo cosas en las que vos crees. Uno puede frustrarse con ese tipo de comentarios, o puede dejar de tocar o empezar a hacer cosas más instituidas, o seguir su rumbo. Yo sé que soy espantoso para mucha gente y que para otra gente no lo soy.
ENSAMBLE DE GENERACIONES
-¿Se consideran una banda de rock?
D.T.-¿Sabés lo que pasa? La bolsa del rock es enorme. Está Elvis Presley y Living Colour y son totalmente disímiles. A mí las casillas me resultan medio fastidiosas y no sé si podría decir que somos una banda netamente de rock; te podría decir que hacemos música.
-Los integrantes del trío pertenecen a dos diferentes generaciones. ¿Se les hizo difícil la conjunción?
D.T.-Yo en principio tocaba cosas con todo mi espíritu de los setenta -cosa que no puedo negar porque me desarrollé escuchando música en esa década- y ellos tocaban otras cosas diferentes salidas de sus cabezas ubicadas en los años ochenta. Son como dos bloques de formación diferente que cuando empecé a tocar con ellos, me producía determinada resistencia. Pero después me di cuenta que lo que se generaba, era un total enriquecimiento del resultado porque a las cosas que ellos proponían, yo les agregaba un enfoque desde la perspectiva que ellos no tenían, y a las cosas que traía yo, les pasaba lo mismo porque yo en la década de los ochenta, medio como que cerré, como que apagué la radio. Yo proponía algo y visualizaba determinada cosa con un espíritu totalmente sinfónico, y ellos venían y me lo planchaban con una cosa totalmente diferente, y el resultado me comenzó a gustar.
-Después que pasaron los ochenta, ¿no te interesaste en retomar lo que habías decidido no escuchar?
D.T.- ¿Sabés que no? Yo prefiero mantenerme virgen respecto a eso porque de esa manera, ellos me sorprenden siempre.
-¿Tocás con gente de la generación que te sigue porque no encontraste en tu generación quién te siguiera la cabeza?
D.T.-Lo que no encontré nunca antes de conocer a Daniel y a Sandro, es gente con ganas de incomodarse en buscar cosas nuevas. Siempre eran excelentísimos músicos que repetían estructuras seguras porque preferían saber que pisaban tierra firme y no había posibilidades de resbalarse.
-¿Qué visión tienen del actual movimiento de rock nacional?
D.T.-Encuentro que hallaron una receta en esta década, con muchas facetas, y están presos de esa receta. Que a lo que hicieron no pueden darle un desarrollo a futuro, ya porque están presos del éxito y tienen que repetir cosas para poder seguir teniendo éxito, o porque el modelo llegó hasta ahí.
D.P.-Yo no soy de comprar discos originales de bandas uruguayas pero si tuviera que hacerlo, me compraría un disco de Viglietti, de Fernando Cabrera o de Leo Maslíah, no pensaría jamás en alguna de las tantas bandas instituidas.
-¿Presentaron el disco? ¿Tienen próximas fechas de toques?
D.T.-El disco lo presentamos en la Sala Zitarrosa y el 23 de julio tenemos un toque previsto en la Sala Torres García, junto a unos artistas brasileños que hacen una música tipo ambient.
-¿Van a seguir de futuro haciendo música instrumental o tienen cosas para decir a nivel textual?
D.T.-La puerta de la parte vocal no está cerrada. No hemos dado con el punto que calce con lo que hacemos, con la expresión vocal que calce.
Leonardo Scampini
Con Buenos Muchachos
EL PLACER DE TOCAR
Desde la aculturación rock iniciada en la década del sesenta, el Uruguay ha cobijado experiencias que reproducen con fidelidad los modelos propuestos desde los países anglosajones, o que variaron con el auxilio de alguna pincelada local.
Nunca se había hecho rock desde aquí, de la misma manera que alguien en New York, Londres, o Melbourne lo reformula constantemente partiendo de la herencia acumulada. Hasta que aparecieron los Buenos Muchachos.
En su música se sintetizan influencias dispersas a lo largo de las últimas cuatro décadas, generando un entramado sonoro singular. Integrada por Alvaro Garrigós (bajo), Gustavo Antuña (guitarra), Laura Gutman (batería y teclados) Marcelo Fernández (guitarra) y Pedro Dalton (voz), a fines del año 2001 el sello argentino Ultrapop editó su segundo álbum, Dendritas contra el bicho feo.
LA COCINA
-¿Cómo llegaron a editar en Ultrapop?
MARCELO FERNÁNDEZ: Si bien nosotros fuimos a tocar a Buenos Aires algunas veces y eso ayudó a que la gente de Ultrapop nos conociera, no alcanza con que sepan de tu existencia sino que tiene que gustarles la propuesta. Esto tampoco significa que el sello piensa en llenarse de plata con nosotros; a ellos les pareció que éramos una banda que cumplía las condiciones para estar en su catálogo.
PEDRO DALTON: Igual nos pasó con nuestro primer disco. Cuando Ayuí editó Aire Rico en 1999, Mauricio Ubal nos dijo que lo que les interesa de la banda era que no hacíamos un rock simple y que nuestra música era más tipo banda de culto, o sea, una música que a pesar de no tener puntos de contacto o cosas en común con la línea editorial de Ayuí, podía interesarle a él y a los músicos de ese sello.
-¿Cuál es el secreto de los Buenos Muchachos para concitar tal interés con su música?
PD: Si hay un secreto, no lo conocemos. Lo que siempre hicimos fue escuchar todo tipo de música, desde música clásica hasta rock, punk, reggae, y esas diferentes influencias luego se notan. En cuanto a la forma de trabajo, alguien trae una idea y la desarrollamos buscando siempre la vuelta más interesante. Muchas veces algunos hallazgos que nos suenan extraños igual los utilizamos porque nos parecen buenos materiales.
MF: En eso ayuda tener la cabeza abierta para probar, experimentar con todas las posibilidades y hacer una música sin prejuicios.
-A la hora de componer, ¿desechan cosas?
PD: Sí, pila de cosas. Nosotros trabajamos sobre lo que nos gusta. No es que cada tema que se propone tenga que ser tocado.
-¿Alguien dice por ejemplo “esto no me gusta, esto no va”?
PD: No, lo hacemos de otra forma. Hay una magia que se da o no se da. Nuestra música nace del placer de tocar, de la búsqueda de la satisfacción. Si uno de los integrantes no está tocando colgado, entonces lo mejor es abandonar ese tema. Es lo mejor para todos.
-¿Uno de los secretos de los Buenos Muchachos no es el manejo de los contrastes?
PD: Sí, es cierto. Una de nuestras bandas preferidas son los Pixies, que justamente pasaban de guitarras tranquilas a apretar una distorsión y “darle de bomba”. Nosotros trabajamos esos cambios que, a diferencia de otras bandas de rock, nos posibilita generar partes más climáticas.
-La complejidad de las letras, ¿es una vía abierta a la imaginación de la audiencia?
PD: Es un camino abierto, claro. Los textos tienen como una intención directa pero a mí no me gusta la cosa explícita y siempre busco nuevas maneras de decir. Las letras hablan de mi interna, de cosas que me pasan, de cosas que vivo, y las escribo de esa manera, sin pensar en si alguien las va a entender, ni tampoco buscando a propósito que nadie las entienda o que cada uno entienda lo que quiera. Lo que sí sucede es que busco la fuerza de algunas imágenes o la musicalidad del texto o la fuerza que adquiere una palabra incluida en determinada zona. No me gusta alargar una estrofa en vano. Prefiero decir una cosa en dos palabras, de manera concisa, omitiendo la escritura normal que, de seguro, ayudaría a entender más fácil pero que al mismo tiempo estropearía la melodía de la voz y la métrica de la canción.
MAL MOMENTO
-El momento en que se editó Dendritas… en Argentina, no fue precisamente el mejor momento, ¿no?
LAURA GUTMAN: Todo el clima social imperante ni siquiera nos permitió ir a presentar el disco…
ALVARO GARRIGÓS: Apenas editamos el disco allá y eso ha servido para entrar en la prensa argentina. Ha salido un aviso de la edición del disco en Clarín, comentarios en la Rolling Stone, en Los Inrockuptibles, y han pasado un tema en la (radio) Rock & Pop una vez. Lo ideal sería ir a tocar porque la presencia en escena siempre acompaña la salida de un disco y porque además allá nos conocen poco. Lamentablemente el momento no ayuda.
PD: Con los pasajes que subieron al doble y lo que nos cuentan amigos de allá, es difícil armar un toque que te saque del gasto de ir a Buenos Aires.
MF: Anteriormente llegamos a tocar en Buenos Aires con Yo La Tengo, con Reincidentes, con Dios, con Angela Tullida, y la gente del circuito de rock habla de nosotros. Pero cualquier banda del mundo, para pegar en un mercado “x”, tiene que pelearla en ese mercado. Esa es la forma de llegar.
AG: Y nosotros vivimos acá, trabajamos acá. Lo máximo que podemos armar es ir un fin de semana. En octubre del año pasado, cuando tocamos allá, conocimos pila de gente que de repente le comenta a un amigo “andá a ver a esa banda que está buena”. Y resulta que, desde aquel concierto, vos regresás a Montevideo y pasan más de cinco meses sin que hagas un nuevo toque en esa ciudad.
-Hay quien dice que el rock ya fue y que las salidas creativas están del lado de la electrónica, el pop o el folk. ¿Ustedes qué piensan?
PD: El tango estaba acabado hasta que apareció Piazzolla y volvió a darle nueva vida. Ahora hay un tipo como (Daniel) Melingo que también actualiza el tango y hasta mete samples en su música. Cuando alguien plantea que el rock está quemado, es porque está quemado para él, por las bandas que escucha él. En lo personal, sigo descubriendo gente como John Spencer (N. de R.: líder de John Spencer Blues Explosion), que ha renovado el blues. Como en todos los ámbitos, están los que se modernizan, los que crecen, los que siguen trabajando, y aquellos que se quedan en una como Los Ramones, que –a pesar de que me gustan- sacaron cuarenta discos todos muy parecidos entre sí. En cuanto a la electrónica, hay gente que hace cosas alucinantes, como The Chemical Brothers o Fatboy Slim…
MF: …y que son más fáciles de hacer.
-¿Es realmente más fácil la electrónica?
MF: No es que sea más fácil agarrar una máquina y componer terrible tema. A lo que voy es a que, de repente, es más fácil por cómo está funcionando el mundo ahora, que está mucho más individualista. Entonces no me tengo que juntar con tres o cuatro personas para hacer esto; lo hago solo. Eso es también algo que influye para que haya un montón de gente que se encierra en una computadora para sacar un terrible producto.
-Ustedes son un grupo de sonido netamente rockero y no aparecen elementos abiertamente nacionales en la música que hacen…
AG: Sin embargo el último disco tiene algunos finales de milonga, como en “H.I.V.” o en “Ooh uooh”.
LG: O soniditos tipo chas chas muy metidos dentro, muy escondidos.
AG: Con Sergio Alvarez (N. de R.: productor de Dendritas contra el bicho feo), tuvimos unas charlas en las que le decíamos que en nuestra música no había elementos de música uruguaya y él decía que sí, que teníamos mucho. Cosas como la forma de cantar, algunos ritmos, alguna milonguita que aparecía por ahí. Fue él quien nos dio la idea de que el punteo, en lugar de hacerlo con guitarra eléctrica, lo hiciéramos con guitarra criolla porque queda tipo milonga. Tenía razón: calzó justo en los temas que usamos ese recurso.
-¿Les interesa más ser una banda de rock o ser una banda abierta a toda la música?
LG: Nos interesa la música.
Leonardo Scampini
*Publicado originalmente en El País Cultural Nº 651 (26 de abril de 2002), a poco de la edición de Dendritas contra el bicho feo, en pleno default argentino de fines de 2001.
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-Folletín de diez manos. Cada uno de los autores que escriben la novela-folletín-blog (cabrera, cavallo, santullo, soriano, trujillo), escribe un capítulo de no más de 2000 palabras. Para eso tiene una semana de tiempo. Cuando termina, envía su capítulo al encargado de hacer el siguiente. Cuando se cumplen 5 vueltas y, por lo tanto, se llega al capítulo 25, la novela se termina. Cada capítulo está acompañado de la ilustración de algún artista. Interesante.
https://folletindediezmanos.
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-EE.UU y la música digital. En los pronósticos de la última edición de su reporte sobre la música grabada a nivel global, la firma Strategy Analytics anticipa un nuevo hito para los formatos digitales en el año que viene.La compañía estima que los consumidores estadounidenses gastarán $2.700 millones de dólares el año que viene en CDs, por debajo de $2.800 millones en música en línea. El reporte también contempla la situación en 2015, pronosticando que los ingresos de la música en línea estarán conformados en un 39% por descargas de sencillos, 32% por descargas de álbumes, 14% por suscripciones y 14% por publicidad.
-Cursos de música en internet. Artículos y videos para aprender a tocar o mejorar conocimientos sobre guitarra, piano y otros instrumentos. La página se llama Virtuosso (www.virtuosso.com)